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CURSOS
jueves, 27 de agosto de 2015
Expansión de los reinos cristianos en la Península Ibérica
Durante más de siete siglos conviven en España cristianos y musulmanes, pero sin darse la fusión entre ambos, como ocurrió con los visigodos en la sociedad hispanorromana. Hubo momentos de convivencia pacífica, pero también los hubo de enfrentamiento. Visto en conjunto, los comienzos fueron de un claro predominio musulmán, siguió una fase de equilibrio para concluir con otra de predominio cristiano, que se cierra en 1492 con la conquista de Granada. Los cristianos fueron avanzando, lentamente, hacia el sur, a través de una lucha armada, a la que se le llama Reconquista, acompañada, a su vez, de la repoblación de los territorios conquistados.
El enfrentamiento militar, en efecto, iba seguido del asentamiento humano, aunque, a veces, se dio al revés: se colonizaban nuevas tierras y los pobladores debían defenderse de los posibles ataques musulmanes.
La Reconquista contribuyó a singularizar a nuestra historia en el contexto europeo. La propia resistencia a dejarse dominar por los musulmanes determinó la formación de diferentes reinos, que, en los inicios, a lo más a que podían aspirar era a resistir ante las acometidas musulmanas. Tras la caída del califato se pasó de la resistencia a la Reconquista, con avances espectaculares para los cristianos. A todo esto, debe advertirse que la lucha armada permitió el establecimiento de un “feudalismo” con rasgos propios. Fortaleció, en efecto, a una nobleza y una Iglesia enriquecidas por el reparto de las tierras que siguió a la conquista, pero también hizo posible el ascenso social de individuos que por su dedicación a la guerra contra los musulmanes pudieron ascender en la escala social y, si se lo proponían, entrar en la nobleza.
Gracias a: http://perseo.sabuco.com/historia/Tema%201c.pdf
sábado, 22 de agosto de 2015
EL FEUDO
Feudo es una tierra, bien o derecho otorgado por un señor feudal a su vasallo a cambio de la prestación de una serie de servicios. El término feudo proviene del latín “feudum”.
El feudo era comprendido por tierras cultivables, bosques, fincas, villas y varias parroquias. La parte más importante del feudo era el castillo o fortaleza que lo delimitaba, asimismo, contaba con edificios, patios, almacenes, talleres, establos, hornos y molinos. En las cercanías del castillo se situaban las villas y humildes casas de los siervos y capilla.
En referencia a lo anterior, debido a las grandes extensiones de tierra, la economía feudal se basaba en la agricultura, ganadería, artesanado y comercio.
El feudalismo es un sistema económico, político y social que se extendió por Europa occidental desde los siglos X al XIII. El feudalismo puede ser definido como un conjunto de instituciones que crean y rigen obligaciones de obediencia y servicio por parte del vasallo a otro llamado señor, y obligaciones de protección por parte del señor al vasallo.
El señor feudal es amo de las tierras y de los campesinos, además, su estilo de vida, mentalidad y valores eran determinados por la función militar. Asimismo, los vasallos son plebeyos o un noble de categoría inferior que dependían del señor feudal y su principal deber era guardarle fidelidad, así como, pagar impuestos, tributos, ayudarlo en todas las labores que fuese necesario, sea político o militar y, en caso de violar alguna obligación como: faltarle respeto al señor o a su mujer era acusado de felonía. No obstante, los hijos de los vasallos podían ser educados en la corte señorial y en el arte militar.
En relación a lo anterior, no debe confundirse la figura del vasallo con el siervo, ya que el siervo era una persona que pertenecía al pueblo llano, con condiciones similares a los esclavos, con la diferencia de que no eran vendidos junto a las tierras y jurídicamente era un hombre libre. Los siervos en el momento de abandonar la tierra debían de solicitar autorización al señor feudal.
El feudalismo en un principio tuvo un carácter vitalicio, extinguiéndose a la muerte de cualquiera de las partes, pero a partir del siglo XI pasó a ser hereditario.
El feudalismo impregnó a todos los ámbitos de la vida medieval, un ejemplo significativo lo constituye la poesía trovadoresca, cuyo lenguaje utiliza voces y expresiones propias del documento jurídico o del código feudal como: “el sentimiento de un poeta-vasallo a una mujer-dama”.
Fuente: http://www.significados.com/feudo/
viernes, 21 de agosto de 2015
ALHAMBRA DE GRANADA
La Alhambra es una ciudad palatina fortificada que sirvió como residencia de la corte de los sultanes nazaríes. Se emplaza en la parte más elevada de una colina que se alza en la margen izquierda del río Darro, frente a la alcazaba del Albaycín.
Se recomienda acceder a la Alhambra por la Puerta de la Justicia, emplazada en el lienzo sur de la muralla y realizada en el año 1348. Desde aquí se llega a la Puerta del Vino, hoy aislada, y frente a cuya fachada oriental se alza la alcazaba, obra de Muhammad I. La alcazaba tiene planta rectangular irregular y consta de dos recintos: uno exterior a modo de barbacana y otro interior, más elevado, fortificado por altas torres entre las que destacan la del Homenaje y la de la Vela. El interior de la alcazaba funcionaba como patio de armas. Adosada al lado norte de la alcazaba encontramos la Puerta de las Armas.
PATIO DE LOS LEONES
La visita a la zona de palacios árabes se inicia por el mexuar, estancia donde se reunía el consejo de visires. Desde aquí se pasa al llamado Cuarto Dorado, palacio que fue muy reformado en época de Fernando el Católico. La siguiente estancia es el Palacio de Comares donde se ubica la famosa Torre de Comares y el patio de la Alberca o de los Arrayanes, espacio de planta rectangular con una gran alberca en el centro. En el pórtico norte encontramos la sala de la barca, adosada a la Torre.
En el ángulo entre los palacios de Comares y Leones se halla el Baño Real, con tres partes claramente diferenciadas. El Palacio de Leones se dispone en dirección este-oeste, ordenándose sus dependencias en torno a un patio rectangular en cuyo centro se ubica la famosa Fuente de los Leones. El patio está rodeado por pórticos en todos sus lados, destacando los pabellones que avanzan hacia el jardín en sus lados cortos. En estos laterales encontramos la sala de los Mocárabes y la sala de los Reyes mientras que en los lados largos se hallan la sala de las Dos Hermanas y la sala de los Abencerrajes.
Anexo a los palacios nazaríes encontramos el palacio de Carlos V, proyectado por Pedro Machuca. El arquitecto eligió una planta cuadrangular con un patio circular, tomando como referentes las ideas renacentistas italianas de Alberti yRafael.
Muhammad II será el encargado de construir el Generalife, edificado fuera del recinto de la Alhambra en dirección noreste. El palacio está emplazado en medio de la zona de huertas y se distribuye básicamente en dos terrazas. En la inferior se disponen dos patios cuadrangulares y en la superior se ubica el Patio de la Acequia, de planta rectangular, con un pabellón originalmente en el centro. El patio se organizaba como patio de crucero, con cuatro cajas de jardín ochavadas. El patio se rodeaba de pabellones, destacando el ubicado en el lado norte.
Fuente: www.artehistoria.com
lunes, 17 de agosto de 2015
SANTA SOFÍA DE CONSTANTINOPLA
La primera iglesia de la Sabiduría Divina, Santa Sofía, fue fundada porConstantino y fue consagrada el año 360, pero se incendió en el 404. Era una basílica con techumbre de madera y había sido concebida de manera ambiciosa, por lo que no es de extrañar que para su dedicación, el emperador hiciese "muchas ofrendas, a saber, vasos de oro y plata de grandes dimensiones y muchas cubiertas para el santo altar tejidas con oro y piedras preciosas, y además varias cortinas doradas para las puertas de la iglesia, y otras de tela de oro para las puertas exteriores", relata el "Chronicon Paschale".
De la segunda Santa Sofía, consagrada el año 415, se conserva únicamente parte del pórtico después de ser víctima de la insurrección Nika. La revuelta del año 532 destruyó no sólo la catedral sino también la iglesia de Santa Irene, las termas de Zeuxippo y una parte del Palacio Imperial, ofreciendo a Justiniano la oportunidad que buscaba. Seis semanas más tarde se iniciaron las obras que prosiguieron durante cinco años, once meses y diez días, hasta ser consagrada el 26 de diciembre del año 537.
Desde entonces los elogios no han dejado de prodigarse, habiendo sido considerada unánimemente como paradigma del poderío bizantino, encarnando a la vez la idea imperial y el culto cristiano. El espacio que ocupa en la ciudad, coronando la colina de la primera Bizancio y junto al Palacio Imperial, no hace sino reforzar el significado apuntado.
Para la realización de la obra, Justiniano se dirigió a dos arquitectos: el lidio Antemio de Tralles y el jonio Isidoro de Mileto, entendidos en estática y cinética y versados en matemáticas. Era corriente que las realizaciones monumentales fueran firmadas por dos técnicos. En realidad, se acudía, por un lado, a un teórico que establecía el plan sobre el que se iba a regir el edificio y, por otro, a un ingeniero que daría cuerpo a esta idea. Según Procopio, Antemio era el teórico e Isidoro el técnico y de ambos tenemos alguna noticia.
Antemio procedía de un ambiente profesional; su padre era médico, como uno de sus hermanos, y según Agatias, debía tener conocimientos de pintura y escultura, lo que reforzaría su autoridad en lo relativo a las decoraciones de sus edificios. Era un experto, sin embargo, en geometría descriptiva.
Isidoro era autor de una edición comentada del segundo libro de Arquímedes, dedicado a la esfera y al cilindro, y de un comentario al tratado de abovedamiento de Herón. Además, había enseñado estereometría en las universidades de Alejandría y Constantinopla.
Ambos dominaban unos conocimientos teóricos que podrían aplicarse a la construcción, incluso en el caso de un sistema de abovedamiento tan complicado como el de Santa Sofía. En este sentido, la realización de esta obra puede considerarse como el testamento de las ciencias desarrolladas durante el helenismo y que tiene su canto de cisne con Isidoro el Joven. A partir de aquí, la arquitectura se modificaría profundamente, pasando de las formas calculadas a las estructuras experimentales y realizadas a la estima. La escala de construcción se reduce notablemente y se asiste a una rápida transición que conduce de la Antigüedad a la Edad Media. Santa Sofía vendría a suponer, en consecuencia, la última creación de la arquitectura antigua.
Y aunque los conocimientos técnicos explican la edificación de Santa Sofía, el resultado fue tan extraordinario, que no se dejó de incluir la intervención divina. Entre los arquitectos demasiado humanos y un dios demasiado lejano -Dragon-, fue preciso un intermediario: el emperador, iniciador del proyecto y suministrador de los fondos. Este emperador estaba necesariamente inspirado por Dios, que habría comunicado el proyecto a Justiniano por medio de un ángel.
El diseño no tenía antecedentes próximos. Está constituido por elementos corrientes en la época y familiares desde el Bajo Imperio: la planta basilical y la rotonda que, combinados, dieron como resultado un edificio nuevo, asentado sobre la cúpula y su sistema de contrarresto; sistema que contaba con dos semicúpulas dispuestas en el eje longitudinal del espacio, es decir, en el este y en el oeste; semicúpulas que descansan a su vez en dos pequeños nichos dispuestos en diagonal respecto al eje.
La solución adoptada era completamente original al rechazar tanto las filas de columnas que separaban las naves dela basílica como las estructuras con deambulatorios concéntricos. Idearon un sistema audaz, capaz de dar una respuesta adecuada a un recinto de grandes dimensiones, un recinto de más de 1.000 metros cuadrados con una cúpula de 31 metros de diámetro y que no se apoya sobre muros sólidos sino que está suspendida en el aire. Es verdad que la del Panteón tiene 44 metros de diámetro, pero la formidable estructura de apoyo está ausente por completo aquí.
El plano de cimentaciones fue llevado a cabo con toda exactitud y todos los elementos principales de apoyo, es decir, los pilares, fueron construidos con piedra que, aunque era caliza, no quedaba sujeta a la contracción y elasticidad del ladrillo con mortero. La estructura exterior, cuya función estática era secundaria, se hizo bastante delgada, pero aún en ella se utilizaron grandes bloques de piedra hasta una altura de unos siete metros.
Sobre los pilares principales, que determinan un cuadrado de 44 metros de lado, se tendieron cuatro grandes arcos, los de los lados norte y sur embebidos en los muros laterales de la nave y apenas perceptibles desde el interior, pero fuertemente marcados en el exterior por encima del tejado. Sobre los vértices de los arcos y las cuatro pechinas irregulares que los unen, se alza la cúpula principal, una concha gallonada por cuarenta nervios y cuarenta plementos curvos, reforzada en el exterior mediante cuarenta nervaduras cortas, colocadas a estrechos intervalos y que enmarcan pequeñas ventanas.
Para contener los empujes centrífugos de la cúpula, Antemio e Isidoro adoptaron una solución distinta para el eje este-oeste que para el norte-sur. De este modo, dispusieron delante y detrás de la cúpula central dos semicúpulas del mismo diámetro que la principal y que descansan, a su vez, en dos pequeños nichos, conformando un sistema de contención coherente y eficaz.
En el eje transversal la solución es distinta; remite a muros tímpanos horadados que coronan un juego de arcadas apoyadas en columnas en los dos pisos. En el piso bajo, cuatro enormes fustes forman visualmente una especie de velo que define el espacio; en el superior, las seis columnas sostienen el tímpano, produciendo una impresión de notable ligereza. Detrás de estas columnatas, tanto en el lado norte como en el sur, se extienden dos galerías superpuestas, cubiertas con bóvedas de aristas. Allí, dos poderosos pilares sirven para contrarrestar los empujes de la cúpula central.
La construcción, en cualquier caso, no estuvo exenta de dificultades y de ellas nos habla Procopio. Cuando se estaba construyendo el arco principal oriental, pero aún no se había llegado á la clave, los pilares en los que se apoya comenzaron a inclinarse hacia afuera -su inclinación actual es de 0,60 metros-. Los arquitectos expusieron el problema al emperador, quien les sugirió terminar el arco de modo que se mantuviese por sí solo. Los arcos meridional y septentrional, por otro lado, ejercían tanta presión sobre los muros de los tímpanos subyacentes que las columnas empezaron a desconcharse. De nuevo el emperador intervino y ordenó la demolición de los muretes bajo los arcos, hasta que éstos se hubieran secado por completo. Los ejemplos mencionados, ponen de manifiesto cómo el edificio se deformaba a medida que se iba construyendo, de manera que cuando se llegó a la base de la cúpula, el espacio a cubrir se había extendido más de lo planeado. Sin embargo, la cúpula, construida con ladrillos puestos de canto unidos con gruesos lechos de mortero al objeto de conseguir una mayor ligereza, fue terminada finalmente, aunque no duró más de 20 años. Resquebrajada por una serie de terremotos que sacudieron a la capital entre 553 y 557, se hundió definitivamente en el año 558.
Por recomendación de Isidoro el Joven, los arcos meridional y septentrional fueron ensanchados progresivamente por el intradós, desde las impostas hasta la clave, de modo que el espacio central se aproximara más al cuadrado, elevándose la cúpula, el año 563, hasta los 56 metros de alto -desde los 51 originales-. Y aunque fue necesario efectuar algunas reparaciones -por ejemplo, en octubre del año 975, la semicúpula occidental se vino abajo por un terremoto, por lo que hubo de ser restaurada por Basilio II- y algunos añadidos como los minaretes obstaculizan la visión de la curva de la cúpula, el diseño de Isidoro el Joven no fue alterado sensiblemente. El recinto se completaría con un gran atrio al oeste, que daba paso a un exonártex y a un nártex, alcanzando así finalmente una superficie total de más de 10.000 metros cuadrados. El exterior es muy pesado y siempre lo fue, pues estaba sobrecargado de edificios de toda índole, aunque domina la ciudad y los volúmenes se acumulan hasta alcanzar la cúpula. Con esta visión, el visitante accedía al atrio para verse encerrado por pórticos, donde alternaban rítmicamente dos columnas por cada pilar. Sólo después de superar una de las cinco puertas de ingreso, veía la nave revelarse ante él, con su enorme cúpula y sus semicúpulas, empezando entonces a captar el dilatado espacio que en el exterior no era comprensible más que a medias.
Fuente: http://www.artehistoria.com/v2/obras/11092.htm
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